En una entrada anterior hablé de las "cajadas" que estábamos viviendo en Galicia y el resto de España. Al principio de la crisis, con la caída de Lehman Brothers, las autoridades españolas sacaron pecho afirmando que el sistema supervisor de nuestro sistema financiero era de los mejores, y que aquí, en España, estas desfeitas nunca habrían pasado, porque no existían las hipotecas basura y demás desperdicios financieros que tantos beneficios dieron a los señores de la crisis.
Tres años después, el sistema financiero español está ko. y el sistema supervisor desprestigiado. La pata del sistema financiero que representaban las cajas de ahorros está coja tras el estallido del la burbuja inmobiliaria. Y por eso ahora sabemos que el Banco de España era también un colador. El tiempo y la transparencia ponen las cosas en su sitio irremediablemente. También sabemos ahora sabemos que la dimensión del expolio a la que hemos estado siendo sometidos por los señores de la crisis, que no sólo no han destruido las cajas que gobernaban con tanta libertad y, lo que es más grave su obra social, sino que en su huida hacia adelante no han dudado en retribuirse generosamente por servicios prestados mientras el resto de la sociedad sufre la crueldad de la crisis sobrecogida.
Todo es legal dirán. Golfos podrán ser pero no idiotas. Pero está en nosotros no permitir que se vayan de rositas, y si no se pueden recuperar los dinerales embolsados con la aquiescencia y silencio de nuestros gobernantes autonómicos y nacionales, mientras la sociedad tienen que asumir recortes millonarios en sanidad o educación, pues, por lo menos que les dediquen una calle como ironiza X.L. Barreiro o les hagan un monumento a estos Méndez, Pego, Gayoso, Amorós y demás, por ejemplo en A Cidade Da Cultura o en la Ciutat de les Arts i les Ciències, para así siempre recordar la infamia de este expolio tan transparente.
