viernes, 26 de septiembre de 2008

El antiamericanismo desnudo

Siempre leo los periódicos dominicales con algunos días de retraso. Me gusta primero ojearlos tras su compra y, más adelante, ir apreciando sus contenidos durante la semana siguiente, sobre todo los artículos que no pretenden ser de actualidad e invitan a olvidar las prisas. Ahora acabo de terminar uno de esos artículos, esta vez de Moisés Naím, en El País del domingo pasado, que ya con un título revelador, Auditando la hipocresía, ataca las incongruencias de la política exterior norteamericana. No tengo nada que objetar a esto. Es más, comparto todos o casi todos sus puntos pero el artículo me parece demasiado plano e unilateral para encontrarlo aleccionador y compartir el enfoque que adopta de antiamericanismo desnudo.

Me explico, lo mismo que escribe de Estados Unidos, podría formularlo de la Unión Europea, del Reino Unido, de Francia, del Vaticano, o de esta España de Zapatero. Sus políticas internas y externas -si aplicamos la vara de medir de forma implacable- son invariablemente complejas pero también caprichosas, incoherentes, sin lógica aparente, sin alcanzar los resultados intencionados y, muy a menudo, consecuencia de las manías y prejuicios de sus dirigentes. Y si extrapolamos aún más, podríamos asimismo aplicar el análisis a nuestros propios comportamientos. ¿Qué nos quiere comunicar en realidad Moisés Naím?¿Qué los estadounidenses son unos hipócritas?¿Y nosotros los españoles? ¿Qué hace nuestro ministro de Exteriores estrechando lazos con algunos de los peores déspotas del mundo? ¿En Siria por ejemplo? ¿Es la democracia la base de la Alianza de Civilizaciones?

En el fondo, el problema de la coherencia de la política exterior no tiene fácil respuesta. Si uno es inflexible termina por convertirse en intransigente. Si no lo es, puede ser demasiado indolente, y en un mundo inseguro como el nuestro, hay que estar siempre vigilante. El diccionario RAE define la coherencia como una actitud lógica y consecuente con una posición anterior. Según esta definición, los estadounidenses son, mal que nos pese, coherentes. Todo lo que afirma Naím lo han hecho antes los norteamericanos. ¿Por qué fijarse tanto en sus vicios y tampoco en sus virtudes? Se hecha de menos análisis más positivos.

Termino. Estados Unidos está inmersa en un infierno. La guerra se lleva sus jóvenes y los bancos sus pensiones. Su presidente pasará a la historia quizás como el más grande infame habido nunca. Pero ellos pueden (y esperemos) que vayan a elegir un presidente negro. Y aquí, ¿para cuando un gitano en la Moncloa? Todavía nos queda mucho por recorrer y aprender de los demás.

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