jueves, 4 de diciembre de 2008

La cúpula de Barceló peleando con la gravedad

La polémica creada por la cúpula de Barceló de la sala de los derechos humanos de la ONU en Ginebra es otro claro ejemplo del cinismo y manipulación mediática que a la que nos tiene mal habituados los partidos y sus medios acólitos. La obra de Barceló es cara, muy cara (30 millones de euros), casi tanto como los fichajes generosos de nuestros tan endeudados clubes de fútbol. Ahora bien, demagógico es alegar que con ese dinero se pondrían costear un buen número de vacunas en África. Si es así, con el dinero que la Xunta se ha gastado en A Cidade da Cultura en el monte Gaiás de Santiago (500 millones y todavía sin acabar) podrían haberse construido unos cuantos hospitales alén dos mares, que buena falta hacen. El partido del Gobierno también nos ha recordado que Barceló realizó un mural en la Catedral de Mallorca con dinero público cuando gobernaba en las islas el PP. No nos engañemos, el Estado ha sido y seguirá siempre siendo un gran mecenas con el dinero de los demás, y todos los gobernantes anhelan dejar para la posteridad un Guggenheim o un Guernica con una plaquita que incluya en letras doradas sus ilustrísimos nombres. El otro asunto, la procedencia del la financiación es a mi entender más criticable, incluso si se replica que venga de dónde venga, el dinero sigue siendo público. ¿Es que el Ministerio de Asuntos Exteriores no tenía otra partida para sufragar la obra que emplear los fondos que deberían ir a los países en vías de desarrollo, a los más necesitados? ¿y el Ministerio de Cultura? ¿no tenía este Ministerio partida alguna para sufragar el gasto?, y si no, ¿por qué no lo hicieron conjuntamente para que fueran los dos ministros a la inaguaración? No lo entiendo. Es una torpeza. Propongo, pues, que con propósito de enmienda el próximo año las vacunas españolas vayan con la marca Barceló, y qué sean millones para que no digan que somos tacaños en tiempos de crisis. Pero, por favor, qué estas vacunas funcionen porque la cúpula de Barceló dicen que se cae. Es el riesgo de la audacia bien pagá.


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