miércoles, 19 de mayo de 2010

El cantar de Mío Garzón‏

España siempre ha sido un país ingrato con sus gentes. Ahora parece que ya no nos vale el Juez Garzón tras décadas de servicios prestados hostigando narcos, corruptos, etarras, viles ministros, criminales y demás ralea. Ingratos. Una de las primeras obras literarias en castellano narra en prosa las aventuras y desventuras de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Un héroe poco querido por su Rey. Gracias a estos nuevos infantes de Carrión, Manos Limpias, a la Falange y a unos jueces supremos cuya independencia arranca con la designación por los partidos políticos, Garzón ha acabado imputado y suspendido por cohecho y prevaricación. Se lo ha buscado dirán los que lo tienen entre ceja y ceja. En primer lugar por querer desenterrar los crimines del franquismo. Luego por querer cobrar de Botín sin domiciliar la nomina. Más tarde por querer escuchar las conversaciones de los imputados por el caso Gürtel con sus abogados. Ahora Garzón se va de destierro a La Haya a perseguir a canallas mundiales. Y seguro que volverá porque con éstas lo han convertido en un héroe global: quizás para ser Ministro como ya lo quiso ser antes con Felipe González, o para forrarse como Aznar dando conferencias, también mejor vestido tras descubrir todos los entresijos de los sastres del Gürtel. Le harán un poema y volverá como cual Cid moderno. Y Bono tendrá que prestarle uno de sus caballos preferidos para la foto.

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