martes, 17 de marzo de 2009
Saber ganar (segunda parte)
Fue un 20 de mayo. El campeonato del 2000 se jugó también en mayo en Riazor, contra otro equipo del Mediterráneo, el Espanyol, y en el último partido de la Liga. Había meigallo, eso decían. Un amigo me envío un correo a Bruselas preguntándome si quería ver el partido porque tenía entradas y me planté en Coruña con ganas de fiesta y exorcismos. La previa del partido estuvo lleno de nervios pero había más oficio y ganas de subrayar que un equipo periférico, humilde y trabajador, sin pasado, un equipo Otis, podía ganar la Liga. La tranquilidad la dio el abuelo, Donato, gol tempranero de cabeza a la salida de un corner, y más tarde, Makaay lo dejó todo encarrilado. El Espanyol no fue rival. Las primas blaugranas no funcionaron. Invasión del campo, cabalgata por la ciudad, pelos rubios, y muchas Estrellas. Lindoiro dijo que era inenarrable. y sigue ahí dando ejemplo, mientras que Quintana ha tirado finalmente la toalla. Ganaba el SuperDepor de Irureta, un antiMadoff, sin burbujas ni especulaciones, juego justo, laborioso, para ganar por la miníma, pero ganar. En ese momento dije que no moriría sin ver a España ganar una Eurocopa o un Mundial, aunque tuviera que vivir cien años, como Francisco Ayala. Eso, soñar.
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