jueves, 8 de octubre de 2009

Fronteras sin alma (Segunda parte)


¿Qúe buscan los emigrantes ilegales saltándose desesperados nuestras fronteras sin alma? Vivir mejor, noble aspiración sin duda ¿Y qué buscan nuestras políticas de separación y expulsión? Ahorrarse los inconvenientes. Malo. No me gustan un pelo estas políticas ciegas de la emigración. Más si se aplican delante de las cámaras, buscando el mayor impacto mediático posible, mostrar la mano inflexible de nuestras leyes menos solidarias, sin titubeos, sin evocar un ápice que tratamos con personas y no con viruelas. O peor, sacándonos los pobres de encima, llevándolos a Gaddafia como reprochan sin respuesta el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) o las ONG de derechos humanos. Y qué decir de esas viles leyes que pretenden criminalizar la ayuda a los emigrantes ilegales. La caridad misma.


Seamos francos. Con estas políticas no vamos a solucionar nada. The Guardian publicó también hace un par de semanas una editorial a colación del desmantelamiento de "La Jungla" que titulaba: Emigración, actúa primero y piensa después, y que presenta con acierto cómo sólo interesa actuar y no pensar como atajar el problema, porque es un problema, de seguridad y de humanidad. Y en estas el Ministro francés de la emigración, Eric Besson, que tiene uno de los peores trabajos que puede haber declara sin más mientras vaciaba "la Jungla", que la acción policial tenía como destinatario último las redes que trafican con ilegales. Seguro que alguno de estos mafiosos invisibles está tronchándose de risa mientras se agolpan nuevos elegidos en sus particulares "agencias de viajes". Quizás la ONU tenga razón. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo acaba de publicar un informe sobre la emigración titulado Superando barreras: Movilidad y desarrollo humanos, que aboga por un derecho universal a la movilidad ¿Dónde hay que firmar?

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