miércoles, 24 de marzo de 2010

Desenmascarando a la dictadura cubana‏

La muerte de Orlando Zapata ha tenido consecuencias, por el momento. Quizás eso era lo que buscaba Zapata con su inmolación. Y lo que parece también estar buscando el disidente Fariñas. Desenmascarar de una vez por todas a la dictadura cubana. Han sido numerosas las voces que se han alzado para recordar que Cuba es una dictadura, y que por mucho que sus autoridades pretendan echar balones fuera, culpar a los norteamericanos de todos sus males y volver "a la normalidad", cada vez quedan menos bienintencionados que defiendan o transijan con el régimen de los Castro. La realidad es más dura y desnuda de lo que nos quieren hacer creer, la población vive en una cárcel por mucha y muy buena sanidad y educación que tengan, aunque cada vez menos con la crisis continua que viven desde que se terminaron los subsidios soviéticos y por ello sus dirigentes no se merecen más que desprecio y denuncia continua.

En nuestra España tan sectaria estábamos acostumbrados a que los atropellos de los Castro fueran material para las habituales escaramuzas entre derecha e izquierda. El artículo en El País Dictadura es siempre dictadura refleja bien el falso debate que hemos tenido que aguantar durante tanto años y desgraciadamente todavía tendremos. Ahora la muerte de Zapata ha conseguido algo inaudito, qué nuestros principales periódicos nacionales estén de acuerdo sobre la maliciosa idiosincrasia de la dictadura, que tanto socialistas como peperos hayan acordado una dura resolución condenatoria en el Parlamento Europeo, y que mucha izquierda y personas de la cultura afines a la izquierda empiecen a condenar la dictadura y a denunciar las violaciones de los derechos humanos y civiles en la isla sin ambages. Quedan cada vez menos Lula, Willy y alguno más. También la inconsistente política española actual, sus silencios y apuesta por el diálogo a pesar de que éste sirva de poco frente a la actitud indeferente de los Castro, que nunca ha variado un ápice por más que Zapatero y Moratinos nos lo hayan querido creer y sigan erre que erre. ¡Patria o muerte! Los hermanos Castro escogieron la muerte desde que llegaron al poder. En esto no se les puede acusar de haber sido incoherentes.

Ante las dictaduras no caben reservas, sean del color que sean. Llegan momentos en los que hay que dar un paso adelante y desenmascararlas. Lo hizo Jorge Edwards con sus magnífico libro Persona non grata hace ya más de cuatro décadas. A otros les ha costado más tiempo. Es duro perder las ilusiones revolucionarias cuando la realidad ha sido y es que el castrismo es, en el fondo, tan reaccionario como el franquismo o la dictadura de Pinochet. Y supongo que lo que ahora anhela es que todo se lo trague la tierra, que la comunidad internacional dirija su atención a otra cuestión cualquiera, que los medios hablen de Somalia, Irán, Venezuela, Afganistán o Haití en vez de Cuba, pasar página como hemos hecho con la revolución azafrán de Myanmar y del encarcelamiento indefinido de la Nóbel Suu Kyi. Pero siguen las Damas de Blanco con sus protestas, sigue Fariñas en huelga de hambre, seguirán muchos más, no nos olvidemos de la situación de la isla ¡Qué el faro de la milenaria Torre de Hércules dirija su luz a Cuba!

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