viernes, 13 de agosto de 2010

Los controladores y las arcas vacías

La crisis ha terminado con los superávits que nuestros gobiernos disfrutaron durante los años de vacas gordas. Primero tuvieron que poner sobre la mesa billones para hacer frente al colapso de la banca y luego, a la crisis económica y consiguiente reducción de la recaudación, para tratar de relanzar la economía con más inversión pública y hacer frente al paro.

Los españoles vivíamos claramente por encima de nuestras posibilidades mientras el grifo del crédito fácil aguantó mucho, gracias a haber entrado en el euro con los pioneros. Y en este tiempo aprovechamos para enladrillar el país en una desfeita colectiva que no vamos a poder reparar en décadas. Algunos debieron de pensar que España era California con tanto crecimiento y emigración. Pero incluso la California de Schwarzenegger entró en bancarrota. La nuestra, la del menos musculoso Zapatero, iba camino de ello si no nos hubieran prestado ayuda junto a Grecia y otros vivas la virgen nuestros socios europeos más acaudalados o por lo menos más creíbles en los mercados internacionales con el nuevo mecanismo de rescate. Nos han salvado pero tenemos también que emprender un vasto y quizás nefasto programa de austeridad, que para algunos economistas como el nobel Krugman es aún peor medicina, porque hunde más la economía. Toca austeridad que es de recibo cuando los mercados no dan más crédito.

El rescate europeo no va a salir gratis, claro y Bruselas pretende incluso imponer sanciones a los países que superen los límites de déficit aprobados por los 27 en sus planes nacionales de Estabilidad y Convergencia. Si antes teníamos un gobierno monetario con el euro, ahora finalmente completaremos la faena con un gobierno económico. El yang que no tuvo el ying del euro.

Los de siempre, los británicos ya han dicho que por supuesto su Parlamento aprobará el presupuesto antes de someter las cuentas a la Comisión y no al contrario como algunos en Bruselas pretenden. Estás claro que permitir que los burócratas de Bruselas examinen y validen el presupuesto final de cada país choca con el principio de soberanía presupuestaria y que quién impone, decide. La polémica no ha hecho más que empezar. Estos controladores, como los del aire, no se van a darse por vencidos buenamente. Bruselas siempre aprovecha cualquier oportunidad para acrecentar sus competencias, lo puedan hacer bien o no.

Y de lo nuestro ¿qué? Pues eso, la transcantábrica, la autovía que más tiempo está llevando construir (ya van catorce años) tendrá que esperar mientras sigamos con las arcas vacías.

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