domingo, 8 de agosto de 2010

Soltando lastre para ir más rápido a ningún lado



Desde hace unas semanas, gracias a la mediación de la Iglesia católica y al gobierno español con nuestro Moratinos a la cabeza, Cuba está liberando a muchos de los disidentes del denominado Grupo de los 75, cuyo encarcelamiento propició en su día la aprobación de una posición común europea sobre Cuba auspiciada por el gobierno del presidente Aznar.

Siempre hay que aplaudir y congratularse si un régimen dictatorial libera a sus presos políticos. No es baladí la libertad. Están evidentemente mejor en la calle. Las dictaduras sobreviven metiendo sus opositores entre barrotes o bajo tierra. Deshaciéndose de ellos sin contemplaciones. La dictadura castrista aplica esta regla a rajatabla y se ha deshecho por la buenas o por las malas de infinidad de opositores. Ahora habrán calculado que les viene mejor que se vayan del país que seguir manteniéndoles a costa de su paupérrimo Estado.


¿Estamos presenciando el comienzo de una nueva etapa en Cuba, el principio del fin del castrismo, o simplemente un nuevo proceso de liberación de presos para tratar de mejorar la imagen de la dictadura en el exterior y sacar algo a cambio, concesiones económicas o diplomáticas por ejemplo, tal como se preguntaba
Andrés Oppenheimer en El País?

Y nuestro
Moratinos dale que erre, lo tiene muy claro, demasiado claro, empecinadoVargas Llosa lo expone con mucho sentido. También alguno de estos presos ya desterrados (ingratos pensará Moratinos) que no secundan sus intenciones. Dirán que la posición no ha servido para nada. Pero no ha servido para nada porque nunca se quiso que sirviera para algo. Papel mojado pues, sin garra, como muchas de las posiciones o declaraciones europeas.

No obstante cabe preguntarse Por qué los socialistas españoles son tan complacientes con los Castro ¿O es qué los Castro no es otra forma de violencia de género Aído?¿Por qué no llaman al pan, pan y a la dictadura, dictadura?
Mathieson y Youngs de FRIDE denominaron este fenómeno inexplicable como confusa ambivalencia. Menos mal que Aznar, entre consejo de administración y consejo de administración, está todavía para precisar las cosas.

Esperar que a estas alturas de la dictadura que los Castro abran el grifo de la libertad y lancen un proceso de transición a la democracia es una inocentada. Los Castro morirán con las botas de dictador puestas. Liberar a unos presos, o mejor dicho, quitárselos de en medio como ya Primo de Rivera con Unamuno en Lanzarote, evitar que Guillermo Fariñas se inmole siguiendo el mal ejemplo de Orlando Zapata, sacar a Cuba de los focos internacionales y echarle un parche a la hundida economía de la isla es probablemente a lo mucho que aspiran hoy en día.

Retomarán alguna de las modestas medidas de liberalización económica que introdujeron en los noventa, y que Fidel retiró más tarde porque habían tenido demasiado éxito y crearon demasiadas diferencias y envidias entre los que vivían de la economía en dólares y los que seguían cobrando en pesos. No más. Eso, seguir soltando lastre para ir más rápido a ninguna parte. Está empecinado con terminar con la posición común europea con la excusa que los Castro han liberado a unos cuantos presos. No debería ser suficiente.

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