Hay, pues, que aprobar el Tratado de Lisboa. O lo que sea. Si falla como ha fracasado el proyecto de Constitución Europea, deberíamos finiquitar el sistema actual de reforma de los tratados. La ampliación a 27 dicen que ha sido un éxito, ha logrado reunificar Europa, pero tanta diversidad ya no faculta la integración. El euro ahora sería imposible. Llevamos más de una década desde la declaración de Laeken de 2001, en la que la UE se comprometía a ser democrática, transparente y eficaz, anhelando acercar Europa a los ciudadanos y avanzar en el proceso de integración. Pero ya no salen las cuentas. La diversidad es una arma de doble filo y somos demasiados países con intereses o visiones muy diferentes sobre el futuro más cercano. Una encrucijada más se avecina. Los Estados más federalistas tendrán que salir a la palestra y avanzar por su cuenta. El modelo es el euro, que es lo más federalista que hay, y un ejemplo a seguir porque sólo están los que han querido. Es una Europa a la carta porque el modelo de plato único no es adecuado. Y estas elecciones europeas que se avecinan no harán nada para cambiar las cosas, porque falta proyecto, falta ilusión. El Parlamento sale del armario pero está sin dirección, sin brújula o GPS, como la Comisión de Barroso, inconsecuente, ¿Estamos perdidos? Veremos.
jueves, 28 de mayo de 2009
Los sin brújula
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