No dejan de aparecer noticias inquietantes sobre la SGAE, o la SEGA(dora) como a mi me gusta llamarla. Es el cortijo de Teddy Bautista que ahora quiere quedarse con un palacio. Megalomanía pues, que no es una enfermedad de la piel. Los artistas pobres y sus dirigentes en un palacio de condesas que pagaremos con el canon digital. Ya que son nuestros impuestos, qué publiquen la lista de afortunados como se publica desde hace bien poco la lista de beneficiarios de la política agrícola europea. Por ella sabemos que la duquesa de Alba o la Reina de Inglaterra cobran millonarias subvenciones de Bruselas aunque no hayan arado en su vida.
Tampoco ha arado probablemente en su vida Pablo Soto cuyo programa Manolito P2P permite el intercambio de ficheros para el desaforado pirateo de la red. Le piden un premio de euromillones, 13 millones. El se defiende diciendo que no ha hecho nada malo. El problema es cómo se utilizan sus programas. Sus abogados ponen un ejemplo; si se compra un cuchillo y se mata a alguien, ¿por qué no denunciar a la empresa fabricante de cuchillos? y yo diría, ¿y a todos los fabricantes de armas? como bien denunció Gervasio Sánchez al recoger el Premio Ortega y Gasset de periodismo hace un año. Pero esto es harina de otro costal y el problema de la P2P y de los cuchillos es complejo. La legalidad también. Cuando se dice que la tecnología es neutra, yo pienso en la energía nuclear, que no es neutra, es de neutrones. La SEGA. No he cometido un error. En italiano significa una paja.
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