jueves, 1 de enero de 2009

El carbón ya no vale para los niños malos

Hoy es 32 de diciembre, primero de enero de nuevo año, año de recesión, y deseamos de corazón de paz en Oriente Medio, la región de los Reyes Magos. Lo admito, soy monárquico, creo en los Reyes Magos aunque por razones belgo-francesas tenga que celebrar San Nicolás y Papá Noël. Ser niño franco-belga-español es una maravilla, te caen regalos durante un mes, pero siempre digo que de verdad son los Reyes Magos quienes hacen los regalos y que en los otros casos, San Nicolás y Papá Noël son marcas blancas, distribuidores o franquicias de los magos de Oriente. The real ones.

Y ahora que hablo de regalos, de deseos, de esperanzas, retomo un tema que será recurrente en este blog: la lucha contra el cambio climático. En la última cumbre europea en diciembre de 2008, puro show Sarkozy, los líderes europeos acordaron para el 2020 reducir las emisiones de CO2 en un 20%, mejorar la eficiencia energética en un 20% y alcanzar un 20% de energías renovables. El acuerdo también propone un mecanismo de subasta de emisiones para que quien contamina más pague por ello. La Unión Europea pretende así encabezar la lucha contra el calentamiento climático, ser un referente mundial, y demostrar que sus compromisos son sinceros, alcanzables y estrictos. Según Sarkozy, fue un acuerdo histórico. Yo diría histérico.

Europa hará que el mundo sea más frío. Esa sería la noticia. Sin embargo Daniel Cohn-Bendit de los verdes, referente del mayo del 68 y fustiga en el Parlamento Europeo, nos recordó con mal augurio en Le Monde del pasado 17 de diciembre, que no es oro todo lo que reluce y que el acuerdo es tan sólo una cortina de humo, demasiado debilitado por los lobbies de las industrias contaminantes, y sin sanción para los que no cumplan con los compromisos alcanzados. Una carta a los Reyes Magos. España sin ir más lejos nunca ha cumplido con los compromisos de Kyoto, y yo no atisbo tampoco elementos convincentes que aseguren que este histérico acuerdo vaya a cumplirse de verdad, como los compromisos de ayuda al desarrollo del milenio, (pobre Bono, no el del pelo creciente de nuestro Congreso si no en el cantante de U2, que encabezaba esta campaña). El 20/20/20 en 2020 es todo desiderata, un número redondo de publicista, una voutade, como el que proclama urbi et orbi que es capaz de hacer el amor 20 veces de seguido, y su vecino de partida se ríe y le grita, qué sí, 20 veces, en 20 años.

El Parlamento Europeo tiene que dar en los próximos meses su visto bueno al compromiso de nuestros gobernantes, esperemos dotándolo de mayor credibilidad,  y si no cumplen, qué los Reyes Magos les traigan carbón del bueno, aunque perdón, el carbón es una energía sucia que contamina. Reyes Magos, el carbón ya no vale para los niños malos, hay que buscar una alternativa limpia. Un fondo de inversión de Madoff. Y si aún con esas no, no cumplen, siempre queda América. Confieso que tengo más confianza en Obama que en Sarkozy y Barroso. Para el cambio climático y para llevar la paz a la región de los Reyes Magos.

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