jueves, 12 de febrero de 2009

Hacer país de verdad

Al patrón de la Voz de Galicia no le gusta la situación actual que tenemos en éste nuestro país en elecciones, con una clase política ensimismada en conseguir plaza en O Hórreo, y si toca en San Caetano, en vez de preocuparse sinceramente por los problemas de todos, y se supone que también suyos porque la crisis no hace distinciones. Falta nivel en nuestros políticos porque sólo piensan en lo suyo, y con esas cortas miras el país siempre les quedará demasiado grande.

 

Comparto muchas de las dudas que percibo en la red sobre las pálidas opciones de voto de las elecciones de primero de marzo. Mi primera entrada en la blogosfera fue sobre el voto pero ahora no encuentro esa ilusión del cambio a mejor de otras ocasiones. La oferta es muy limitada y los potenciales ofertados son de sobra conocidos. Estoy ya convencido que nuestros políticos, gobiernen o no, deberían abandonar la política por decreto tras dos legislaturas, como los presidentes norteamericanos o franceses. Mi razonamiento es simple: si en ocho años no han conseguido hacer algo bueno por el país, lo mejor es que se vayan a casa. Y si ya lo han hecho, pues ya han cumplido y pueden dejar el puesto a gente con ganas renovadas de hacer país. La política no debería ser nunca una profesión y sí un servicio a los ciudadanos con fecha de caducidad, que luego el producto se estropea.

 

La sociedad civil no está desaparecida, como escribe Santiago Rey, sino que se dedica a otra cosa. Nuestros primos asturianos no s han dado un excelente ejemplo con la iniciativa Compromiso Asturias XXI, y han elaborado un documento de trabajo con 100 ideas de aplicación posible ─en diversos ámbitos como la vida familiar, el medio ambiente o el transporte─ que funcionan por el mundo y que quieren traer a Asturias. Si los asturianos pueden copiar y mejorar lo bueno del mundo también podemos hacerlo nosotros, que somos más y queremos nuestra tierra por igual. El documento parece un programa electoral pero es factible, no palabrería de un alquimista profesional que sólo recuerda que existimos cuando se avecina una cita electoral. Chapeau compromisarios.

 

Por cierto, o Pazo do Hórreo fue en su día una escuela de veterinaria. Espero que sus señorías no nos tomen por animales.


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