viernes, 27 de febrero de 2009

Miopes y sordos en las profundidades

Este blog se llama gritando a voces en altamar porque se supone que sólo lo leo yo porque lo que pasa en altamar no debe de trascender. Se supone. The Sun, ese tetudo diario británico, revela que dos submarinos nucleares, uno francés y el otro inglés, chocaron en las profundidades. Esto tampoco debería de divulgarse, como los sumarios de Garzón, pero ahora lo sabemos aunque no dónde se dieron el toque. Por lo que nos dicen fue en Atlántico Norte y puede que fuera frente a las costas de Galicia, en esas oscuras simas marinas dónde Margaret Thatcher tiraba su basura nuclear a principios de los ochenta. Nos dicen que sólo fueron unas abolladuras. Y la torre de control del Salvamento Marítimo de A Coruña ─que nos construyeron después de que el Mar Egeo se estrellara con la Torre de Hércules─ sin enterarse.

 

Imagínense el desastre, un accidente como el que sufrió el submarino ruso Kursk en agosto de 2000 entre dos submarinos de países aliados, que a pesar de tener los equipos más avanzados de comunicación ─necesarios para recibir la llamada con la orden de lanzar los misiles nucleares que dan sentido a la política de disuasión─ no lograron evitarse en el gran océano. O sea, dos submarinos miopes y sordos. Y podía se aún peor, unas cuantas explosiones nucleares con las que alegrar la campaña electoral en Galicia ¡Qué vergüenza para ambas armadas y aún más con esos pomposos nombres: Vanguardia y Triunfante!

 

¿Por qué les ponen nombres tan ridículos a sus submarinos? VanguardiaVigilanteVenganza, el Incansable ─que se estropeó en Gibraltar y armó un buen lío diplomático─ por parte británica y TriunfanteTemerarioVigilante por parte francesa. Los nombres españoles son más modestos: TramontanaMarsopaDelfínGalerna aunque eso de Foca suena en inglés como Folla, le dirían al comandante en una reunión de la OTAN. Quizás de esos se trataba.

 

Todavía no existen fotos del encontronazo en mar adentro pero The Sun nos muestra al pobre Almirante británico tras reconocer el tropiezo. En nuestras elecciones no me sorprendería que salieran alguna foto más de otras profundidades, en particular de yates con político y potentado por medio: ahora le toca al vicepresidente Quintana, también le pasó al Presidente Barroso que tuvo que pasar por un voto de confianza, o al responsable de economía y fianzas del partido conservador británico con nombre de toro, Osborne─qué coña, el corrector del ordenador quiero que escriba soborne─ al que su anfitrión, un oligarca ruso, dio al partido una millonada. Esto de los yates es peligroso. Como ir a cazar. Mejores para estos encuentros son los submarinos pero mucho cuidado con Vanguardia y Triunfante.


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