martes, 3 de febrero de 2009

Altos vuelos, mentalidades limitadas

Ayer comiendo con unos amigos gallegos, el sureño nos comentó que SN Brussels está meditando abrir un enlace entre Bruselas y Vigo (lo que significa fijar cuánto va a pagar Vigo por la ruta). Mi primera reacción como buen coruñés fue ¡qué cabrones éstos! y comentar que iba a empezar una petición para que la ruta se la quedara Alvedro, hoy en día de capa caída por más que la ciudad de cristal pretenda sufragar aerolíneas con lo que saca con la ORA. Reconozco interés propio por una línea directa entre Coruña y Bruselas, para visitar más a menudo la familia y los amigos y sortear la Tortura-4 de Barajas.

 

En Semana Santa volaremos por primera vez a Oporto y la jugada con coche de alquiler incluido sale más barata. Más adelante, si SN se decide por Peinador, supongo que también probaré la oferta pues queda más cerca de María Pita y me ahorro pasar por la capital de Reino. Mi amigo, que es un lince, sonrió cuando hice esta confesión, y dijo estupendo, inflarás las estadísticas de Peinador y con ello contribuirás a ganar la guerra de cifras, que tanto les gustan a los políticos locales para justificar que su aeropuerto es indispensable.

 

Por otra aparte creo que si Alvedro fuera tan importante para la ciudad, alguien habría pensado ya en aprovechar el nuevo puerto de Langosteria y construir un aeropuerto exterior como el que tiene la ciudad de Osaka en Japón. Lo agradecerían muy mucho los vecinos de Culleredo pero otros me dirán que es una locura, que hay mucho viento por esa costa endiablada, y yo respondería que también es una locura disponer en Galicia de tres aeropuertos internacionales tan pegaditos. Si viviéramos en un país de altos vuelos disfrutaríamos de un aeropuerto verdaderamente internacional, posiblemente en Santiago y conectado por un tren bala con las ciudades principales, que en el caso de Coruña tardaría media hora en recorrer la distancia entre la estación de San Cristóbal y Lavacolla. Ese tren existe en Oslo, cuyo aeropuerto está aún más lejos que Coirós.

 

Sé que tales propuestas no son de este mundo y que semejantes soluciones de transporte intermodal no funcionarán con las actuales mentalidades limitadas de nuestros políticos en campaña. Para ellos, lo intermodal es dejar el coche oficial cerquita y no andar demasiado por la calle, no vaya a ser que tengan que verles las caras a los ciudadanos.

 

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